Cubo de LEDs: Fase uno, terminada!

Hola a tod@s!

Como vieron en mi publicación anterior, estoy trabajando en un cubo de LEDs de 4x4x4. Hasta el momento, he terminado la etapa de prototipado: programado las animaciones y hecho el circuito en el protoboard. He utilizado todos los pines del Arduino UNO, no solo los de la parte superior (del 0 al 13), sino también los pines de entrada analógica (de A0 a A5, o como se llaman si se usan como los otros, del 14 al 19). Al final de la entrada haré una explicación (algo) técnica y algunos consejos, pero de momento veamos un par de fotos y el video 😀 (Pido disculpas por la calidad de las fotos y el video, los hice ambos con mi celular 😛 ):

El todo:

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La electrónica:

 

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Y el cubo:

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Y el video (de pésima calidad, prometo que cuando lo termine subo uno decente):

Prototipo cubo LEDs

En este momento estoy usando la tarjeta Arduino UNO, a diferencia de lo que mostré en la entrada anterior, en la que mostraba la Arduino MEGA (2560), debido a que cuando termine el proyecto, usaré el chip que usa la uno, así que es buena idea irme adaptando a las limitaciones de una vez. Las animaciones se reproducirán en orden aleatorio, pero de momento por razones de comodidad las tengo en orden, para ver si una animación en particular funciona bien, y para poder poner más cómodamente nuevas animaciones (si se les ocurre alguna les agradecería que me la compartieran en los comentarios 😀 ).

Como comente anteriormente, usé todos los pines disponibles. Esto se debe a que, debido a la estructura del cubo, hay 16 «torres», que uso como positivo (5 voltios), y cuatro «pisos», los cuales conecto a tierra mediante transistores; entonces, si sumamos, las 16 torres y los 4 pisos, requerimos de 20 (0 a 19) pines. Para las 16 torres uso los pines del 0 al 15, encendiéndolos (poniéndolos en HIGH) cuando quiero encender uno o más LEDs de esa columna. Pero, si sólo le pasamos energía al LED no se va a encender, ya que si la energía no tiene para donde ir, se almacena en el LED que termina estallando, ¿o no?. Ahí es donde entran en juego mis amados transistores, que son los encargados de activar los pisos haciéndolos conectarse a tierra (los pisos son las tierras, gracioso ¿no?).  Aquí podemos ver un poco cómo funciona:

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Como pueden ver, la energía entra por la segunda columna, y sale por la tercera, haciendo que solo se prenda el LED marcado como un 0. A la derecha están, también, unas X, que marcan por donde no sale energía, y por ende, los LEDs no se encienden.

Tan pronto cómo lo termine, subiré los esquemas y el código (que aún no los he hecho), junto con un video decente.

Si tienen alguna propuesta, duda o comentario, no olviden ponerlo abajo 🙂

Saludos.

Proyectos en desarrollo

Hola a todos!

Se que hace mucho tiempo que no escribo nada, es solo que… Que… Bueno, se podría decir que todos los proyectos en los que ando siguen bajo desarrollo, y aunque planeaba hacer una entrada de cada uno cuando estuvieran terminados (cosa que voy a hacer), pero como el blog andaba muerto desde hace ya un buen tiempo, me pareció buena idea hacer una entrada mostrando su estado actual.

Primero tenemos, irónicamente, un proyecto que ya está terminado. Es una moto de alambre que le hice como regalo a mi profesor de arte ruso (no, es profesor de arte ruso, no un ruso que enseña arte 😉 ). Le agradezco a mi madre por las fotos que le tomó a la moto, porque como podrán ver en las fotos de los otros proyectos, no me desempeño mucho como fotógrafo.

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Ahora, uno de los que más trabajo ha tenido, y que pronto terminaré (O al menos eso espero), es un guante de cota de malla. Para los que no sepan que es la cota de malla, es esa camisa de anillos que usaban los caballeros en épocas de antaño; en inglés se llama Chain mail, que traduce literalmente malla de cadenas. La diferencia es que mi guante, en vez de usar Os, o aros, usa una especia de ochos (se me ocurrió con el llavero que hice 🙂 ). De momento es solo un cuadrado, ya que me falta alargarlo un poco más, añadirle los dedos y luego cerrarla. Cuando esté terminada, le haré una entrada comentando el (largo y repetitivo) proceso. En fin, así es como va:

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Este otro es algo bastante frecuente: Un cubo de LEDs (4x4x4). Se supone que era regalo de cumpleaños para mi hermana, pero se ha estado posponiendo por cosas del destino… (No saben la pereza que me da programar todas las animaciones, ¡es eterno!). Aquí hay unas fotos de el punto en el que está:

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El prototipo de electrónica, usando una Arduino MEGA:

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Y el cubo en sí, que consta de 64 LEDs:

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Como se imaginaban, no he dejado la impresión 3D a un lado 😉 . Este es parte de un cortador de galletas que me encargó una prima, que tiene una panadería y quería hacer galletas con el logo. Este es solo el contorno, porque aunque consta de un sello que tiene el logo, prefiero no ponerlo, ya que no le he preguntado a mi prima si le molesta o no. De todos modos, no se preocupen, pienso hacer un tutorial para que puedan hacer sus propios cortadores personalizados en casa 🙂 (con sello y todo):

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PD: Olvidé mencionar que el cortador está hecho con filamento casero, pero ese proyecto sí me lo guardo para después… 😉

 

Robots. No se a ustedes, pero a mí desde pequeño me encantaban. Siempre había querido hacer robots. Pero creo que dejaré toda esta nostalgia para el artículo de el brazo robot en el que estoy trabajando (no pongo fotos porque en el punto en el que está hasta a mí me cuesta entenderlo). El robot que les voy a mostrar, se podría decir que está terminado… Si funcionara. Se supone que, con las antenas que tiene, al chocarse con un obstáculo, debería cambiar de dirección; y con los ojos (son foto-celdas, o sensores de luz, como prefieran llamarlos), debería seguir una fuente de luz (una linterna, por poner un ejemplo), pero desafortunadamente no hace ninguna de las dos 😦 .

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En Laberintos y Dragones (Dungeons & Dragons), pocas son las cosas que los jugadores saben acerca de lo que en realidad está pasando… Todo lo que controla el Maestro del Laberinto (Dungeon Master) es secreto. Por eso, tienen unas grandes carpetas llamadas Pantallas del Maestro del Laberinto (Dungeon Master Screen), en conde ocultan todos sus secretos. Desafortunadamente, la que tengo no me es muy útil, porque tiene tablas de otra edición del juego (para los interesados, estamos jugando la 2a edición, ¡que data de 1989!), y, bueno, es un poco pequeña (Mis pobres jugadores se tuvieron que apeñuscar al otro extremo de la mesa 😀 ). Por eso, en arte ruso estoy haciendo una pantalla (bueno, no todo es arte ruso, la idéa es que tenga mucho cuero…), y he usado este diseño de un Goblin que encontré en Google, que es original de Pathfinder (juego similar a D&D):

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Y por último, pero no menos importante (aunque sí menos avanzado), el cofre (mágico) de los dados del mismo juego. Antes los tenía guardados en un frasco de Nutela (vacío, desafortunadamente :/ ), pero como el profe de arte ruso dijo que consiguiéramos un cofre (para hacer otro tipo de ejercicios) y me pareció que podría ser chevere usarlo para eso 🙂 . Como pueden ver, de momento solo tengo el cofre con los dados en él, pero espero pronto empezarlo (como vamos en orden, tengo que terminar el Goblin antes de empezar este).

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Bueno, esos son los proyectos en los que ando metido en este momento. Ojalá haya alguno que les llame la atención y que quieran hacer 😉 . ¿Cual es el que más les gusta? ¿En qué proyectos andan ustedes? Pongan la respuesta en los comentarios 😀 .

 

Saludos!

Zero to Maker – Capítulo 1 [Traducción]

Hola de nuevo!

Finalmente esta terminada la traducción del libro «Zero to Maker». Primero que nada, quiero darles las gracias a O´Reilly Media y a David Lang por dejarme traducir y compartirles este primer capítulo, y a Brian Jepson por ayudarme a conseguir el permiso. Para los que quieran adquirir el libro (en inglés), lo pueden conseguir en pdf o físico aquí.

Este libro ha sido un gran apoyo en el proceso que llevo, ya que me mostró a qué me estaba metiendo, y me presentó de forma oficial el mundo Maker.

Sin más nada más que decir, aquí les dejo la traducción:

En el agujero del conejo

La cueva a la que temes entrar contiene el tesoro que buscas

JOSEPH CAMPBELL

La situación entera me era desconocida. Estaba en una parte del mundo que jamás había visto ─al pie de lasmontañas Trinity en California del norte, en lo profundo del condado Humboldt, donde la señal de celular parecía tan prehistórica como el escenario mismo. Habíamos completado el viaje de siete horas desde San Francisco, a través del enorme bosque de secoyas, para explorar la cueva de la ciudad de Hall (Hall City Cave).El rayo luz que emanaba de la linterna de mi casco exponía detalles vívidos: estalactitas amenazadoras,un muro de piedra cubierto de arañas, y algunos murciélagos colgados, durmiendo. Estaba cargando una gran maleta amarilla Pelican, que contenía un robot submarino que yo había ayudado a diseñar y construir.

Todo eso era realmente nuevo

Creo que la próxima vez que hagamos esto, deberíamos esperar al verano. le dije a Eric mientras le pasaba la maleta para caminar mejor mientras descendíamos por la cueva. Las toscas botas a prueba de agua que llevaba puestas no habían sido la mejor elección para espeleología, pero eran mi única opción debido al horrible clima que había fuera de la cueva. Él me miró y sonrió. Era obvio para todas las seis valientes almas que hicieron el viaje, que haber elegido enero no había sido una buena idea. Con aquel seco y leve invierno creímos que la madre naturaleza podría darnos algunos dias lindos demás, pero no tuvimos suerte. La pesada y constante nevada era un reloj de arena recordándonos la poca luz del día que quedaba y lo mucho peor que podría ser el viaje de regreso.

Mi comentario a Eric tenía intención de ser alentador. Una serie de incidentes que casi acaban con el viaje había dejado al equipo exhausto. Nos despertamos para encontrar un clima peor de lo esperado y fuimos forzados a luchar para encontrar cadenas para nuestros neumáticos. Después de llegar a las montañas, encontramos que los caminos estaban impenetrables. Afortunadamente, conocimos a un residente de la localidad de Wildwood que nos ofreció llevarnos por los caminos cubiertos de nieve. Para cuando llegamos a la cueva, todo el mundo estaba tenso y cansado.

Desde que Eric Stackpole y yo nos encontramos por primera vez y hablamos sobre vehículos operados remotamente (Remotely Operated Vehicles, ROVs) submarinos y exploración oceánica, habíamos estado planeando este momento.Eric cuenta el trasfondo, la leyenda de la cueva de Hall City, mucho mejor que yo; es la historia que más le gusta contar y la compartirá con cualquiera dispuesto a escucharla, ya sea un auditorio lleno o una pequeña reunión cenando. Él siempre empieza de la misma forma: asegurándose de que su audiencia tiene un lapso de noventa segundos de atención para dedicárselos a su historia. Sacude sus brazos y respira profundamente para prepararse, «¡Whooooosh!». Un movimiento con sus manos y una exhalación exagerada lo transportan al pasado:

Volvamos a los 1800s. California del norte. Fiebre del oro. Dos hombres nativos de América roban una mina de oro en operación y se marchan con una cantidad estimada de cien libras de oro. Se forma un grupo de comisarios para encontrar a los dos hombres. Después de días de búsqueda, encontraron a los hombres, pero ya no tenían el oro. El grupo de comisarios les hizo una oferta, “diganos donde está el oro y perdonaremos sus vidas”. Los hombres explicaron que habían escondido el oro en la cueva de Hall Ciy. A pesar de la promesa de los comisarios, ambos hombres son colgados en el lugar. El grupo se dirigió al lugar que los hombres habían descrito y, efectivamente, encontraron una cueva. Ellos no encontraron el oro, pero hacia el final de la cueva encontraron un hoyo de seis pies de diámetro lleno de agua. La caverna submarina se extendía más profundo de lo que ellos podían ver, y carecían de las herramientas y la tecnología para explorar más a fondo, así que el grupo se rindió.

Eric termina la historia contando de nuevo los numerosos buzos y cazadores de tesoros que han buscado la leyenda, tan lejos como un buzo humano puede llegar, sin jamás haber llegado al fondo. Su última línea es «y es por eso que estamos construyendo este robot submarino: para resolver el misterio de la cueva de Hall City».

He escuchado la historia unas cien veces, y nunca me canso de ella. Cuando Eric y yo nos encontramos por primera vez, eso era todo lo que realmente era: una gran historia y un sencillo prototipo de un robot que quería construir. Aunque no tuviera ninguna experiencia técnica relevante, sabía que quería ser parte de la aventura. La idea de explorar lo desconocido con una herramienta ingeniosa hecha conpartes comunesme puso ansioso. Construyó dentro de mí un enlace que mi trabajo de oficina posiblemente no podría alcanzar.

Ahora, ya habiendo caminado dentro de la cueva con Eric y con el ROV, puedo oír los latidos de mi corazón. A unos quince metros dentro de la cueva, descendiendo sus escalones rocosos y sus torcidas cavernas, parte de mí sigue sin creer que el agujero submarino sea real; ¿podría ser que era tan solo una leyenda urbana para atraer a los turistas a la tienda de Wildwood a tan solo unas cuantas millas? Una parte de mí empezó a dudar de todo el asunto. Pero cuando llegamos a lo que parecía ser el final de la cueva, iluminamos el suelo con nuestras linternas y ahí estaba: un hoyo de seis pies de ancho, lleno de agua cristalina, más profundo de lo que nuestras linternas podían iluminar. Justo como la historia decía.

Eric puso la maleta Pelican cerca a la entrada submarina y sacó el ROV. Iluminando con nuestras linternas hacia un mismo punto alumbramos nuestra área de trabajo. Mientras inspeccionábamos el robot, Eric notó que la caminata por la cueva había causado que uno de los ductos de los propulsores, los protectores circulares que envuelven el propulsor,se había agrietado—no era ideal, pero tampoco crítico. Decidimos romper el ducto opuesto para hacerlo más proporcionado.

Incluso sin los ductos, el robot es una hermosa pieza de ingeniería básica. Bueno, por lo menos hermoso una vez que sabes lo que estás mirando. Como muchas criaturas y artefactos submarinos, se veía incómodo fuera de su habitad natural. El cerebro del ROV, el sistema eléctrico principal, se encuentra en un cilindro plástico transparente en elque también se encuentran la cámara, tres controladores de velocidad, y el microcontrolador. El cilindro se parece a una gran cafetera, excepto que horizontal, llena de componentes electrónicos y construida para soportar la presión. Se mantiene sellado con un par de tapas plásticas en los extremos. Cables y líneas de comunicación salen de las tapas y están unidas con pegante epóxico. Aparte de mantener los componentes electrónicos secos, el cilindro sirve como fuerza principal de flote para mantener al ROV al derecho bajo el agua. La capa externa del ROV es una lámina de acrílico azul que se curva en los extremos del cilindro, como alas dobladas hacia abajo. Las alas se extienden hasta los contenedores de baterías —seis baterías tipo C a cada lado— que también actúan como peso para contrarrestar al contenedor de aire. Añade los motores, propulsores y unas varillas de acero delgadas, y el robot entero es tan solo del tamaño de un microondas pequeño.

Eric empezó con las pruebas de impermeabilidad de último minuto, mientras yo añadia peso a las varillas metálicas para asegurarme de que el robot tenía la flotabilidad correcta. Brian Lam, nuestro fotógrafo, organizó las lámparas y se aseguro de que las cámaras estuvieran funcionando. Jeff Bernard y Bran Sorem, unos amigos que decidieron unirse al viaje, se acomodaron junto a los muros para iluminar las profundidades de la cueva. Zack Johnson, otro amigo y colaborador del robot, desenrolló el cable que sería la línea de comunicación cuando este estuviera bajo el agua. El momento de la verdad finalmente había llegado.

Eric se acercó y puso el robot en el agua. Flotó en la superficie y todos contuvimos el aliento y esperamos a que hiciera su siguiente movimiento. Los LEDs se encendieron, como un niño abriendo sus ojos. El silencio fue roto por el zumbido de los propulsores. Irregular al principio, tomó algún tiempo para estabilizar y que nos sintiéramos cómodos con los controles. Casi de inmediato, el ambiente en la cueva cambió por completo. La angustia acerca de que si el ROV iba siquiera a funcionar fue remplazada por emoción; ¿qué más podría hacer esta cosa?

Las luces del robot iluminaron el agua, creando una vívida imagen de la caverna submarina. La iluminación provocó que los muros de la cueva irradiaran azules profundos y púrpuras. Con un control preciso, el robot descendió en las profundidades. Verlo sumergirse hizo que mi corazón se empezara a agitar. No podía creer que hubiéramos llegado tan lejos. Después de todo el diseño, pruebas, y rediseño, estaba realmente empezando a quedar claro: habíamos hecho una hazaña asombrosa de creación colectiva. La creación de este robot fue producto de pasión y compromiso colectivo. Tuvimos que sobrepasar muchos problemas técnicos y de diseño para llegar hasta este punto. Nos las habíamos arreglado para hacer un buen ROV submarino capaz de usarse para exploración, usando solamente partes comunes y herramientas que eran accesibles para todo el mundo. Además, queríamos que fuera mucho más barato que los productos comerciales que estaban disponibles. Y lo habíamos logrado.

No solo estoy orgulloso de lo que hicimos, sino también de la forma en la que lo construimos. El diseño era el bebé de Eric, originalmente él lo había concebido y fortalecido para traerlo al mundo. Pero la última versión de Open ROV—el modelo que hizo el viaje a la cueva—era un pariente lejano del prototipo original de Eric. Este modelo era algo mucho más grande. Desde nuestra primera conversación, Eric y yo decidimos hacer el proyecto «Open Source», lo cual significa que publicamos los diseños, pasos de producción y lista de materiales en Internet para que cualquiera pudiera verlos y usarlos. Creamos una página en Internet, OpenROV.com (http://www.openrov.com) donde mostramos la información de construcción además de los problemas que nos encontramos en el camino. Empezó como una forma para mostrarle a nuestros amigos qué estábamos haciendo, pero rápidamente se convirtió en algo más grande. Tras unos meses trabajando en el proyecto, estábamos recibiendo consejo y soporte de gente alrededor del mundo, muchos de los cuales nunca habíamos conocido, algunos tenían mucha experiencia en robots submarinos. La retroalimentación, sugerencias e ideas de los miembros de esa comunidad fueron la clave para superar nuestros problemas. Para cuando nos encontrábamos en la cueva, el proyecto se había beneficiado de cientos de contribuyentes de docenas de países distintos.

Conducimos el robot por la profunda cueva y por pequeñas bifurcaciones que llamaron nuestra atención. En un momento dado, el grupo entero empezó a vitorear mientras atravesábamos una estrecha abertura por entre las rocas. Encontramos ciertos objetos interesantes: una larga tubería, unos lentes de sol, y una vieja linterna. Objetos que uno se imaginaría que tiraron un grupo de adolescentes después de una aventura. Tardamos tanto tiempo explorando que eventualmente nos quedamos sin pilas. Afortunadamente, habíamos manejado de regreso al robot hasta un punto en el que nos quedó fácil recuperarlo con la cuerda que traía. Fue un tonto y gracioso error en un viaje de inauguración exitoso.

Al final no encontramos ningún tesoro en la cueva, pero no importaba. Habíamos construido el robot con el que habíamos soñado, y, más importante, tuvimos una aventura haciéndolo. Conocimos a cientos de amigos nuevos y colaboradores y descubrimos que había mucha más gente interesada en lo que estábamos haciendo. El proceso fue mucho más valioso que el resultado.

Para mí, el verdadero tesoro nunca fue el oro, sino algo mucho más valioso. Este pequeño viaje de nuestro robot fue una experiencia enorme, pero mi viaje empezó mucho antes de aquel dia en la cueva. Mis problemas fueron mucho más fundamentales que cualquier diseño técnico. Había ido de no tener experiencia en ingeniería y diseño a hacer contribuciones sustanciosas al mundo de la robótica submarina. Un proyecto que se veía intimidante e imposible para mí hace tan solo un año me había convertido en una persona nueva. Había pasado de ser un consumidor pasivo de la vida a ser un participante comprometido y creativo de ella. Había ido de cero a Maker (Zero to Maker).

Todo empezó una mañana de junio—seis meses antes del viaje a la cueva—en una pequeña oficina en Los Angeles. Esa mañana transcurría como cualquier otra. Había llegado antes que mis compañeros de trabajo y estaba ocupado respondiendo correos electrónicos y contestando requerimientos de los clientes. No esperaba a que se convirtiera en una especie dedía del juicio.

Al principio estuvimos luchando; los ingresos habían bajado a la mitad, los inversores se estaban yendo, y la actitud en la oficina era desoladora. La idea era encontarnos a las 9:00 A.M. para una reunión del equipo y sesión estratégica. Cuando los fundadores de la empresa llegaron tarde y me pidieron solamente a mí entrar en el salón de conferencias, sabía que no iban a ser buenas noticias.

Me estaban dejando ir.

Tal y como en las noticias que llevaba viendo desde hace dos años—mayor taza de despidos, trabajos eliminados, y desempleo record—pero entregado con una puñalada. Ya no era algo que sucedía alrededor mío, era mi nueva realidad. Al día siguiente, todavía muy impactado, hice una larga caminata por las colinas de Los Angeles intentando comprender lo que estaba pasando. No podía hacer nada más que mirar hacia atrás, hacia los eventos que me habían llevado hasta ese punto, intentando encontrar alguna señal que hubiera ignorado en un momento de confianza absoluta de ir en el camino correcto: una buena educación universitaria, experiencia de trabajo adecuada, y un empleo con una promisoria empresa en sus inicios. Y repentinamente, en la mañana soleada de un martes, todo había desaparecido.

Caminé por horas y llegué a la conclusión de que era algo más grande que solo perder mi trabajo. Más importante, sentí que con la pérdida de este trabajo, me habían arrebatado la historia de mi vida. Mi historia personal—mi propósito y dirección en el mundo—ya no tenía sentido. Invertí mucho tiempo justificando mis acciones (y tiempo gastado como esclavo de la pantalla de un computador) con el argumento de que creía en la misión de nuestra empresa. Intenté recuperarme diciéndome que conseguiría otro trabajo. Desempolvé mi hoja de vida—algo que no había tenido que hacer en años—y me puse en ello. Rediagramé y actualicé mi experiencia laboral, pero después de todos los cambios y arreglos, algo seguía estando mal. Me seguía preguntando: ¿qué estaba haciendo en realidad? Me di cuenta de que sin importar como contara mi historia, no podía ocultar una enorme realidad; la única cosa para la que estaba capacitado era sentarme en frente de un computador.

Para empeorar el asunto, mi ansiedad acerca de no tener trabajo era agravada por la creciente preocupación de estar en el negocio equivocado para empezar. Curiosamente, un año antes de perder mi trabajo había asistido a la Feria Maker (Maker Faire) por recomendación de una amiga. Ella pensó que yo disfrutaría la multitud y la naturaleza ecléctica del evento. Ytenía razón. La feria me dejó impactado. Los proyectos interesantes—robótica, manualidades, e instalaciones masivas—fueron hechos tan solo por la pasión y energías de sus creadores. En lo más profundo de mi imaginación, probablemente podía concebir algunos de esos artefactos y personajes, pero nunca a todos en un mismo lugar—este extraño lugar donde monociclos gigantes y robots autónomosse mezclaban entre la multitud. Más impactante aún, era el hecho de que yo no podía creer que estos individuos y grupos fueran realmente capaces de construir esas cosas. No sabía muy bien cómo, pero quería ser como ellos. Pensando y aprendíendo más acerca de lo que ví ese día en la feria terminé llegando a Eric y su ambicioso plan de construir su propio submarino. Quería ayudar con la aventura del robot, aunque no estuviera seguro de como podría contribuir. Sin siquiera una clase de carpintería de la secundaria, ni mucho menosun grado en ingeniería, me sentí descalificado para siquiera intentar.

Mis pensamientos acerca de estar desempleado y mi anhelo de ser un Maker fueron una combinación poderosa en esos días y semanas después de haber sido despedido. Entre más pensaba en ello, más me daba cuenta de lo trágicamente especializado que estaba. Estaba extremadamente bien preparado para un trabajo que ya no existía, sin las habilidades fundamentales que podría utilizar en cualquier otro sitio. Parecía estar lejos de poder construir, reparar, o crear cualquier cosa de valor tangible—cualquier cosa física y real. Mis llamadas habilidades—correos electrónicos, medios sociales, utilizar un blog—eran substitutos vacíos. Ahora, después de haberme precipitado dentro y fuera de una carrera digital, sentí como si estuviera perdiendo una pieza crítica de mi humanidad.

En el curso de las semanas siguientes, la conciencia de mi analfabetismo de las habilidades manuales solo creció. Conocí a un carpintero en un mercado de pulgas que estaba vendiendo mesas y escritorios hechos a mano. El me explicaba que usaba esas mesas para pagar sus facturas, mientras por las noches perseguía una carrera como comediante. Envidiaba su resistencia. Sus habilidades en el trabajo de la madera era algo que nadie podría quitarle. A diferencia de mi primer trabajo, nadie podía decirle que dejara de hacer mesas.

Rápidamente, mi deseo de re-educarme con habilidades básicas de creación se sobrepuso a mi preocupación por conseguir un trabajo nuevo. Me encontré pensando que conseguir un nuevo trabajo solo sería una distracción de un objetivo más grande, retrasando la inevitable recuperación de un elemento vital perdido de mi educación.

Quería hacer algo al respecto, pero no estaba seguro de por donde empezar. Decidí empezar con la única pista que tenía: Make: magazine. Aparte de hacer el Maker Faire, Make: publica cada tres meses una revista de tutoriales llena de proyectos y makers interesantes. También publica un popular blog en Makezine.com (http://www.makezine.com).

Escribí un largo correo explicando mi situación a los editores de Make:, resaltando mi repentino horario vacío y mi dedicación para aprender las habilidades y herramientas que sentía que había perdido. Les propuse que haría mi mejor esfuerzo para convertirme en un diseñador industrial «hazlo tú mismo» (do it yourself; DIY) antes de que se me acabaran mis ahorros, y publicar acerca de mi experiencia entera en el blog de Make:. Empaqué la idea bajo el título de «De cero a Maker en 30 dias» (Zero to Maker in 30 days) y se las envié.

Fue un disparo a ciegas, pero afortunadamente, les gustó la idea. Y ahora tenía un compromiso escrito para seguir adelante, sin importar como acabara.

Lo que empezó como el compromiso de un mes de aprender nuevas habilidades se convirtió en un viaje que cambió mi vida. Rápidamente descubrí que mi viaje inicial al Maker Faire fue solamente la punta del iceberg. Continué conociendo más makers—una comunidad creciente de gente que había adoptado y reescrito la idea del DIY—y ellos no eran nada de lo que esperaba.

Antes de sumergirme en todo esto de hacer cosas, escasamente sabía de que lado sostener un martillo. No estaba seguro de si podría encajar o si los lectores de Make: entenderían mi deseo de participar. Todos los makers que había conocido parecían brillantes, mientras yo me sentía como una persona promedio, genéticamente dispuesto ser descoordinado y poco creativo. ¿Cómo iba a funcionar esto?

Tenía algunas ideas preconcebidas acerca de los makers; quienes eran, como trabajaban, y como aprendían. Imaginaba el proceso como un largo, solitario y tedioso estudio de ingeniería, herramientas y ciencia—habilidades que me había saltado en la carrera de ser más «comercial»—. Resultó que las cosas que había asumido inicialmente resultaron estar completamente equivocadas. Rápidamente me di cuenta de que estos prejuicios eran, en realidad, el mayor obstáculo que tendría que superar. Cuando me di cuenta cuan infundados estaban, mi maker interno pudo salir de su caparazón.

Primero, aprendí como trabajaban los makers realmente. Mi primer viaje al Maker Faire me dejó la impresión de que los makers eran genios solitarios, trabajando en garajes o talleres. Trabajando horas incontables en un proyecto, reparación o invento y reuniéndose una vez al año en el Maker Faire para mostrar sus creaciones. No pude estar más equivocado. Ser un maker es definitivamente un trabajo en equipo.

Los makers son, por encima de todo, un grupo conectado y colaborativo. Ellos se encuentran en línea y comparten ideas en foros, blogs y grupos de discusión. Ellos regalan sus diseños y colaboran en proyectos con gente alrededor del mundo—el opuesto exacto del secreto competitivo que conocía del mundo corporativo. Ellos dan recursos para crear «Fab labs» y «Makerspaces», que son lugares físicos que sirven como centros para compartir los costos y mantenimiento de grandes herramientas y equipo. Me tomó mucho tiempo entender que un poco de todo esta hecho «por ti». Hacer no se trata de DIY (Do It Yourself, hazlo tú mismo), sino de DIT (Do It Together) o hagámoslo juntos.

El siguiente descubrimiento vino cuando empecé a aprender nuevas herramientas que estaban usando esos makers. Antes de mi inmersión, tenía la noción sentimental de que el DIY era como volver a una era pasada, la época antes de que los martillos y las agujas fueran reemplazadas con juegos de video y iPads. Imaginaba a los «DIY» ser portadores de antorchas, manteniendo vivos los métodos y artesanías que fueron marginados por la llegada de pantallas de computador y anuncios. Quería que hacer cosas me ayudara a conectarme con algo que sentía que había perdido a través de las últimas generaciones—una parte de ser un hombre autosuficiente que no había formado parte de mi vida.

En cierto modo, los makers son guardianes de esta independencia industrial que deseaba, pero a la vez son mucho más. Ellos entienden y respetan su lugar en la historia, como parte de una larga línea de creadores de herramientas y usuarios de herramientas. Aunque ellos mantengan conocimiento tradicional vivo, también están investigando y trayendo nuevas tecnologías al mundo. Y estas no son las herramientas de tus abuelos.

Las nuevas herramientas maker son subproductos de los cada vez más asequibles computadores, componentes y sensores. Son estimulados por el rápido intercambio de ideas en el Internet y le están dando poder a individuos y pequeños grupos con un montón de nuevas herramientas de fabricación personal. Cortadoras laser, impresoras 3D y otras máquinas de control numérico digital (computer numerical control, CNC) son ahora lo suficientemente asequibles para ser comprados para un taller de casa o de oficina y lo suficientemente capaces de crear productos personalizados listos para el consumo. Un producto que hace 15 años habría costado cientos de miles de dólares prototipar y producir, ahora puede ser creado descargando un archivo y accediendo a uno de los numerosos makerspaces que están emergiendo alrededor del mundo.

Aprender a usar estas nuevas herramientas fue sorprendentemente fácil. Cuando empecé, imaginé que necesitaría un grado de diseño industrial o ingeniería mecánica antes de que pudiera hacer algo útil o de valor. Nunca me imaginé que llegaría tan lejos en un periodo de tiempo tan corto. En tan solo unos meses, estaba imprimiendo en 3D, enseñando a otros a usar una cortadora laser y diseñando piezas básicas en programas de diseño computacional (computer aided design, CAD). Empecé soldando, trabajando con placas de metal y creando moldes plásticos. Obviamente no era un maestro en soldadura y ciertamente no el mejor programador de microcontroladores, pero sabía lo suficiente para empezar. Cualquier cosa que no supiera—como usar una máquina, que material usar, como ensamblar algo—lo podía entender a lo largo del camino. Iba aprendíendo cosas cuando las iba necesitando, dependiendo específicamente del problema que tuviera en frente. Y nunca estaba solo. Todos los makers que conocí parecían estar especializados en una cosa o la otra, y todos estaban contentos de enseñar lo que sabían. En realidad, descubrí que todos tenían un montón por aprender, pero todos somos capaces de ayudar a mejorar nuestras habilidades y conocimientos.

Tan pronto como dejé ir mis prejuicios, fui bienvenido a una comunidad de posibilidades. Me di cuenta de que estaba formando parte de algo más grande: el movimiento maker. También descubrí que mis experiencias no eran únicas. Así es como todos los nuevos makers eran inducidos informalmente. Explorando este nuevo mundo, vi una nueva faceta de mi persona, una parte que se muestra en el proceso de crear y compartir con otros. aprendí de lo que era capaz, y estaba muy lejos de lo que imaginaba.

Si bien esas observaciones de “Doing It Together” y el aprender el uno del otro fueron una revelación para mí, pronto descubrí que esta colaboración radical había estado allí desde el principio de este nuevo renacimiento maker—volviendo a una clase experimental en el “Massachusets Institute of Technology (MIT) alrededor de una década atrás.

En 1998, el profesor del MIT Neil Gershendfeld y sus compañeros soñaron un “fab lab”: unas instalaciones con máquinas tecnológicas que podían construir otras máquinas, al que él describía como usar “jets de agua supersónicos, o poderosos lasers, o estructuras microscópicas de átomos para hacer—bueno, casi cualquier cosa”.

El mayor problema que encontraron fue que ninguno de sus estudiantes sabía usar las nuevas herramientas, así que decidieron enseñar durante el curso de un semestre una introducción a los fab labs. Y entonces, la clase de “Como hacer (casi) cualquier cosa” nació.

La clase fue originalmente diseñada para ser una cartilla para un pequeño grupo de estudiantes avanzados, pero rápidamente evolucionó en algo más grande—para casi todas las carreras disciplinarias. La clase fue un gran éxito y fue hecha durante más semestres. La experiencia le dio a Gershehfeld un vistazo en la manufacturación personal y algo que le sorprendió, fue la forma en la que los estudiantes estaban aprendíendo. En su libro FAB: The Coming Revolution on Your Desktop—From Personal Computers to Personal Fabrication (FAB: La Próxima Revolución en tu Escritorio—de Computadores Personales a Fabricación Personal), describe la escena en su clase:

La verdadera sorpresa fue ver como los estudiantes aprendieron a hacer lo que hicieron: la clase se convirtió en una especie de esquema de pirámide intelectual . Así como un ingeniero no tendría las habilidades de diseño y manufacturación para producir personalmente uno de estos proyectos, ningún curriculum o profesor jamás habría podido cubrir las necesidades de ese heterogéneo grupo de estudiantes y máquinas. En cambio, el proceso de aprendízaje era dirigido por la demanda, en vez de por la oferta de conocimiento. Una vez que los estudiantes habían dominado una habilidad, como por ejemplo el cortador de agua o programación de microcontroladores, tenían un interés casi evangélico de mostrarle a los demás como usarlos. Cuando los estudiantes necesitaban nuevas habilidades para sus proyectos aprendían de sus compañeros y cuando les llegaba el turno lo volvían a compartir… A este proceso se le puede llamar un modelo de educación “en el momento”, enseñando en demanda, en vez del modelo más tradicional de “por si acaso” que cubre una lista de cosas que se espera sean útiles en algún momento.

El aprendízaje “en el momento” que Gershenfeld describe resalta en la página. Era exactamente la forma en la que había aprendído a hacer cosas. Y no era una coincidencia: así es como todos los makers aprenden.

En mi primera entrada de la columna Zero to Maker, mencioné que mi objetivo era aprender lo suficiente como para ser peligroso. En ese tiempo, no sabía en lo que me estaba metiendo. Hice el comentario porque quería que el reto fuera lo suficientemente cercano como para poder conseguirlo. No esperaba convertirme en un maestro en ninguna de las herramientas, oficios o tecnologías. En cambio, solo quería sentirlas con mis propias manos y aprender como funcionaban. Quería ver qué era posible.

Esta resultó ser la mejor estrategia que jamás habría podido elegir. Después de hablar con otros makers, viendo como operaba cada uno, y leyendo a otros como el FAB de Gershenfeld, me di cuenta de que eso era lo que todo el mundo estaba haciendo: explorando qué era posible.

En retrospectiva, parece tonto que estuviera nervioso de empezar. Solo tenía que aprender una cosa. No, de hecho era una elección. Tenía que elegir ser un principiante, sentirme cómodo con los errores, preguntar un montón de cosas y buscar a los profesores adecuados. Después de haber cruzado ese puente, todo lo demás encajó en su lugar. Los makers son una comunidad de principiantes, y todos estamos aprendíendo juntos.

Para mí es fácil decir, sin vacilar, que mi viaje para convertirme en un maker cambió mi vida. Pero más que eso, se convirtió en mi estilo de vida. El viaje para recuperar mis habilidades se convirtió en un replanteamiento fundamental de como veía las oportunidades. Y no estoy solo.

Lo que empezó como una serie de invenciones de garaje y proyectos secundarios se convirtió en una pequeña industria, con makers de diferentes formas y tamaños convirtiendo su fervor, habilidades e ingenio en negocios y oficios—convirtiendo su pasión y creatividad en completamente nuevos modelos de negocio basados en la comunidad y la colaboración en vez del viejo modelo de encarnizada competencia.

Los negocios tomaban muchas formas distintas. Algunos son un regreso a las artesanías tradicionales; artesanos que crean grandes piezas específicas de trabajo para una pequeña comunidad de clientes. Gente como Joel Bukiewicz, un creador de cuchillos en Brooklyn, quien descubrió que hay una demanda sustancial de sus cuchillos para cocina hechos a mano. Después de esforzarse por conseguir trabajo como escritor por muchos años y de haber sufrido una crisis sobre la dirección de su carrera, Joel le prestó atención a crear cosas y pronto se enamoró del proceso de creación de cuchillos. Pero su historia no es una horrorosa historia acerca de un rechazado escritor sucumbiendo ante el aislamiento y la locura a lo Stephen King. En cambio, en Brooklyn, Joel descubrió una vibrante comunidad de makers que compartía y colaboraba para ayudarse unos a otros con sus negocios.

Cuando le pregunté a Joel acerca de su trabajo, él no podía dejar de hablar de como había sido de importante este ambiente para su desarrollo. Tan pronto como abrió un local físico y un mostrador, su negocio arrancó. Él estaba aprendíendo de su audiencia: qué les gustaba, donde y como usaban los cuchillos, y que tanto pagarían. Era más que una tienda; fue una base para empezar su comunidad.

Plataformas en Internet como Kickstarter o Etsy combinadas con las nuevas comunidades creativas como la que Joel descubrió en Brooklyn han creado una nueva infraestructura económica para que estos nuevos artesanos del siglo 21 puedan prosperar.

Pequeños artesanos orientados a la comunidad no son la única parte del movimiento. Los makers también son la fuerza detrás de la proliferación de tecnologías y plataformas como las impresoras 3D, máquinas CNC y microcontroladores. Compañías con un rápido crecimiento como MakerBot Industries construyen y venden impresoras 3D basadas en diseños open-source (abiertos).

Cuando estaba empezando a crear cosas, escuchaba mucho acerca de impresión 3D. Todo el mundo estaba hablando de eso y yo no tenía ni idea de que era. Originalmente me lo habían explicado como algo muy parecido a una impresora normal, solo que en vez de imprimir tinta en un papel, imprimía una delgada capa de plástico. Una capa de plástico sobre la otra, repite el proceso hasta que crea un objeto en tres dimensiones. El proceso me dejó un poco desconcertado hasta que me senté con una MakerBot y aprendí como usarla. En el corazón, es simplemente hacer click y esperar 20 minutos para que tu pieza aparezca dentro de la máquina. Mirando a la MakerBot en acción me ayudó a entender de qué se trataba todo este escándalo; hay algo mágico en imprimir un objeto tangible a partir de unas ordenes digitales.

La comunidad global de hobbistas medio empresarios se tomó la impresión 3D, una tecnología que una vez había estado disponible solo para investigadores y compañías adineradas, se había vuelto lo suficientemente económica como para ser obtenida por individuos o pequeños grupos y usada tanto en casas como oficinas aparte de para estudios académicos o corporativos. En vez de aportar a investigaciones privadas y desarrollo de brazos, estas nuevas compañías de impresión 3D han innovado compartiendo de forma libre sus diseños y permitiendo a sus comunidades darles retroalimentación acerca del desarrollo del producto. Partiendo del libro de reglas del software libre, este modelo de hardware libre permite a pequeños actores y grupos competir con corporaciones mucho más grandes y establecer compañías por su acercamiento más sencillo y flexible. MakerBot y los otros tienen trabajo que hacer para ser tan capaces como las impresoras de escritorio caras y propietarias, pero están haciendo un excelente trabajo en hacerlas sencillas para que los nuevos makers, como yo, nos metamos en el juego. Y las herramientas de los makers se están haciendo económicas, más capaces y fáciles de usar cada día.

Grandes corporaciones se han dado cuenta de esto, dando aportes para que esta nueva forma de manufacturación pequeña y distributiva se mantenga. Corporaciones como Autodesk están desarrollando software de diseño que le permite a los nuevos makers desarrollar los conocimientos de CAD que necesitan para empezar a diseñar partes y componentes. Compañías como Ford se están convirtiendo en socios de makerspaces como TechShop para darle a sus emleados equipo de vanguardia. Ellos están apostando a que la innovación viene de empleados de “primera fila”. Apoyando a sus empleados a trabajar en proyectos que les apasionan, las compañías esperan desbloquear la creatividad que se había ido sin darse cuenta. De repente, ser un maker es relevante para más que solo pensadores y hobbistas que lo hacían por diversión. Es un nuevo set de habilidades que puede ayudar a los empleados a avanzar en grandes organizaciones.

Estas tendencias mayores—individuos con acceso a tecnología y modelos de negocios basados en la comunidad─están orientadas en la misma dirección: oportunidades. En una época en que la inseguridad sobre el trabajo y la carrera son algo diario, es refrescante ver una creciente industria (en realidad, muchas industrias) con mucho potencial. El movimiento maker está esperando a gente como tú para ver que es lo siguiente. Para usar una metáfora de esquiador, la montaña está cubierta por una pequeña capa de nieve—puedes ir a prácticamente cualquier lado, pero tienes que hacer tu propio camino.

Este libro intenta ser un mapa. Está pensado para darte una idea del panorama maker y prepararte lo más rápido y eficientemente posible. Tuve que hacer la transición de cero a Maker en unos meses y fui testigo de muchos otros haciendo lo mismo. Basado en estas lecciones, he creado una formula fácil de seguir para evitar trampas y obstáculos que podrían hacerte cambiar de opinión. Este libro está pensado para prepararte para que puedas hacer lo que quieras, incluso (y especialmente) tu propio negocio. Está diseñado para posibilitar. Para usar la metáfora de esquiador de nuevo, piensa en este libro como una silla del teleférico—levantándote sobre unas pendientes recién cubiertas para darte una perspectiva y luego soltándote en un punto en el que puedas empezar tu emocionante carrera.

Impresiones

Hola!

Me he tomado un descanso de la rutina, por eso es que no he estado tan activo. Hace ya unos días que no le trajino mucho a la impresora ni a la electrónica en general (aunque tampoco me he estado rascando la pansa todo este tiempo), así que, para compenzar, quiero mostrarles las impresiones que he hecho hasta el momento:

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El logo del Open Source Hardware. Una de mis primeras impresiones. ¿Como no iba a hacer este logo que tanto nos da? 😉

http://www.thingiverse.com/thing:27097

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Los engranajes de concha (Nautilus gears), bastante comunes y útiles para mostrar de lo que es capaz una impresora 3D.

http://www.thingiverse.com/thing:27233

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Estos son unos repuestos para la impresora que tengo.

http://www.thingiverse.com/thing:183277

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Este robot de la «Maker Faire» (Feria maker) fue un encargo de mi hermana. Primera impresión «orgánica».

http://www.thingiverse.com/thing:40212

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El logo de Fedora, una distribución de Linux a la que me estoy vinculando 😀

http://www.thingiverse.com/thing:81304

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Otro encargo de mi hermana. Este molde para galletas casi no cabe en la base de impresión, pero al final quedo muy bien (y las galletas también)

http://www.thingiverse.com/thing:55746

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Y este es el más complejo. El busto del maestro Yoda, quien me acompaña a escribir esta entrada.

http://www.thingiverse.com/thing:14104

Y ahora con mucho orgullo, mis diseños:

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Llavero de la mascota de OpenSUSE, creado en openSCAD a partir del logo.

https://www.youmagine.com/designs/geeko-keyring

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El ya visto sombrero de Merlin, la impresora 🙂

https://www.youmagine.com/designs/mage-hat

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Mi primer diseño e impresión, una ficha de calibración. La ficha transparente (más bien blanca) está hecha con filamento casero.

https://www.youmagine.com/designs/simple-test

Y aquí las que no tienen link de descarga, debido a su simpleza, pero que hacen parte de la familia:

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Una fichas para probar distintas alturas de capa.

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Un cubo común y corriente, para probar calibración.

Y no podemos olvidar a los soldados caídos en batalla, que aunque no sobrevivieron, dieron paso al éxito:

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Espero les haya gustado, Saludos 🙂

¿Qué es ser un Maker?

Buenas noches.

Aunque esta respuesta se explica a mi parecer bastante bien en el Libro «Zero to Maker» (que pronto espero traerles 😀 ) no he resistido compartirselos aquí. Me emociona en parte porque realmente lo he entendido hoy.

Aunque llevo un tiempo con el tema de ser un Maker, aunque haya leído bastante al respecto, aunque haya ya compartido parte de mis proyectos, no fue sino hasta hoy que realmente entendí lo que es e implica ser un Maker.

Como ya han visto, con mi padre hemos construido nuestra primera (si, primera 😉 ) impresora 3D, y viendo que por acá en Colombia el kilo de filamento nos cuesta alrededor de $65 dólares ($130.000 COP) decidimos hacer igualmente una extrusora de plástico. La extrusora convierte los pellets (bolitas) de plástico en filamento que puede ser usado por la impresora, pero la ventaja de este método es que cada kilo nos debe estar costando alrededor de $5 dólares ($10.000 COP).

El proceso ha sido mucho más complejo de lo que yo esperaba. No lo voy a comentar aquí, ya que pienso darle una entrada completa a la extrusora, pero nos tomó mucho del pelo.

Cuando empecé a escribir esta entrada eran las 10:30 de la noche, y acabábamos de entrar del taller de mi padre para descansar. Llevamos desde esta mañana trabajando en la extrusora, y lo mismo ayer, y antier, y el día anterior a ése… En todos los días que llevamos con el proyecto, hemos tenido derrotas, victorias, frustración, emoción… Debo admitir que en más de un momento he querido mandar ese proyecto al carajo (aunque tal vez estoy exagerando «un poco»). Hoy en particular, que hemos empezado a hacer pruebas en serio, me he quemado dos veces con plástico derretido (temperatura de fusión de 210°C, señores ¬¬) y, en la última en particular, he gritado como un orco (por el tono tal vez uno pequeño) antes de la guerra.

Aún tengo el pulgar un poco resentido, pero en ese momento tuve una epifanía, por así decirle. Pero, aparte de ser un proyecto, ¿que tiene que ver todo esto con ser un Maker?. Después de haber pasado por todo lo que el proyecto ha implicado, todas esas dificultades, caí en cuenta de que era divertido. No estoy diciendo que quemarse con plástico sea divertido, pero es divertido el hecho de que si nos estamos quemando con el plástico que suelta la máquina hay algo que tenemos que arreglar (o mejorar). En el momento del quemón nos da rabia con el proyecto y con nosotros mismos, se nos nubla la mente, pero dando una vueltica por ahí nos despejamos y ya estamos de vuelta listos para la acción.

Ser un Maker es divertirse experimentando, es meter las manos para mejorar aún sabiendo que nos vamos a quemar, es investigar qué es posible (como bien dice el libro «Zero to Maker» 😉 ).

Si disfrutas creando, modificando o investigando qué es posible hacer, eres un Maker.

Esta es mi visión personal, con base en lo que he vivido. ¿Para ustedes qué es ser un Maker?

Les presento a Merlín!

Buenas noches a tod@s!

Primero que nada: No, no he muerto 😀 . He estado bastante ocupado ya que me ha tocado volver a la rutina de estudio y un par de exámenes, aparte de que estoy trabajando en un proyecto que espero estarles comentando pronto.

Ahora, lo que les quería comentar, o más bien mostrar, es a Merlín. No, no estoy hablando del mago (aunque salimos a cazar dragones hace un par de semanas 😉 ). Les estoy hablando de mi primera impresora 3D, llamada Merlín ya que, a mi parecer, la impresión 3D es como magia. La impresora es una RepRap Prusa iteración 3 (como no, open source) vendida por Makerfarm a un precio excelente. Tardamos más o menos unas dos tardes armándola y una tercera calibrándola (cosa que no hemos resuelto del todo aún) y estamos imprimiendo capas entre 0.28 y 0.07 milímetros (en otras palabras, lo que yo llamo HD). Bueno, sin más preámbulos, aquí les dejo unas fotos:

La impresora:

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Imprimiendo:

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El test de la tortura (Que al final quedó bastante bien 🙂 ) :

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Y el sombrero que le hice para decorarlo (lo pueden descargar aquí):

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Espero poder compartirles más experiencias con la impresora pronto. SI por algún motivo alguno necesita ayuda, no dude en escribirme, aunque claro, mi conocimiento en el tema de momento es muy pequeño, pero estaré gustoso en ayudar en lo que pueda.

Saludos.

Demo caja administradora de galletas

¡Buenos días!

Hace unos cuantos días hice una caja administradora de galletas (de dulces en general, realmente), y la he subido a Instructables y al concurso de Arduino que tienen allá. Para los que sepan inglés y quieran ir viéndolo, aquí les dejo el link al instructable. Para los que no sepan inglés y quieran verla, no se preocupen que pronto estaré subiendo el mismo contenido en español acá. De momento les dejo unas imágenes y el vidéo de demostración.

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Y el video lo pueden encontrar aquí.

Saludos.

Un par de proyectos

Buenas tardes a todos.

Venia a comentarles un par de cosas en las que estoy trabajando. La primera es una traducción del primer capítulo de Zero to Maker, un libro que nos muestra de qué trata ser un Maker, y que me gustó bastante, entonces mandé un correo a Makermedia pidiendo permiso para traducirlo, y, afortunadamente, nos lo dieron. Así dentro de poco lo estaré subiendo. El otro proyecto en el que estoy trabajando es una comunidad Maker colombiana, puesto que, según he visto, carecemos de una. No se trata de un Makerspace, sino de una comunidad, aunque tal vez en el futuro tengamos un espacio físico en el cual compartir 🙂 . La comunidad se llama CoCrear, y se encuentra Google+. Para los que quieran unirse, pueden llegar desde aquí.

Solo quería comentarles estos proyectos en los que estoy trabajando. Por favor, si tienen alguna opinión, comentario o sugerencia, no duden en contactarme por los comentarios o por correo electrónico.

Saludos.

Árbol de alambre

¡Buenas noches!

Les tengo que pedir disculpas por mi ausencia últimamente, pero tuve exámenes y luego de eso me distraje bastante con algunos proyectos, la verdad tengo varias entradas pendientes…

En fin, quería mostrarles este pequeño árbol hecho de alambre de cobre que hice el otro día. Hace ya tiempo trabajo con alambre y he hecho bastantes cosas. Este árbol se me ocurrió doblando cable para que no fuera tan incómodo de usar (en electrónica), y, como es deducible, está hecho con alambre decobre salido de un cable que tenía por ahí.

Sin más preámbulos, aquí les dejo unas fotos:

Un par frontales

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Una por arriba

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Y finalmente, una comparación de mi primer trabajo y el último

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¿Quedó lindo, no? 😉

Lo hice utilizando un par de punzas-alicate para el tronco y algunas ramas gruesas y unas pinzas-pinzas para las ramas más pequeñas.

Y eso es todo por ahora, en estos días les estaré publicando las entradas que les debo.

Saludos.

Tarjeta de desarrollo AVR [Actualizado]

Buenas a todos.

Hacía ya unos días que no publicaba nada, pero la verdad fue porque no hice nada que valiera la pena publicar (sin contar conque tuve examen 😛 ). El caso es que hace unos días diseñé una tarjeta de desarrollo para microcontroladores AVR, que, en teoría, es universal (bueno, no soporta micros de montaje superficial pero debería soportar los demás).

Como ya he comentado, he empezado a ver programación de AVRs en C, y debo admitir que usar la protoboard para las conecciones no es muy cómodo, así que diseñé esta tarjeta para facilitar un poco el asunto, y como soy flojo decidí hacerla universal, así no tenía que hacer varias para cada micro.

Aquí les dejo un par de imágenes:

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Actualización: Jajaja, lo siento. Anoche olvidé explicar que era cada cosa:

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  1. Conección del programador. Los 4 pines se conectan al micro. De arriba para abajo son: Sck, Reset, Miso y Mosi.
  2. Reset. Está adaptado para conectarse a cualquier lugar de la tarjeta, o para no conectarse.
  3. Zona principal. Aquí se conecta el micro y se hacen todas las conecciónes, ya sea alimentación de energía, cconecciónes al cristal o entradas/salidas.
  4. Tierra
  5. Voltaje
  6. Alimentación. Decidí usar un conector USB ya que generalmente están regulados a 5V. Tiene un LED que indica que está encendido.
  7. Cristal. Está diseñado para poder cambiar de cristal y de conección al micro.

Las demás fotos las pueden encontrar en mi Flickr.

El esquema y el diseño de pcb (que no usé, pero si diseñé) los pueden encontrar aquí. Siéntanse libres de modificarlos 🙂 .

Saludos.